02 octubre 2016

El héroe negro


Cuando una serie arranca con una discusión, entre los clientes de una barbería, sobre los Knicks de la década de los 90, incluye un cuadro de Notorious B.I.G. y su protagonista referencia al novelista Chester Himes, está muy claro que es una serie en la que cultura negra va a ser fundamental. Más todavía si está ambientada en el barrtio neoyorquino de Harlem. Ésos son los códigos con los que trabaja "Luke Cage", la tercera de las series de Marvel en Netflix, y son también los que le dan su individualidad con respecto a "Daredevil" y "Jessica Jones". Que Luke Cage sea negro es importante para la serie porque explora lo que significa ser un hombre negro en los Estados Unidos actuales. Las críticas que se han escrito allí hacen especial hincapié en este aspecto, desde el poder negro al movimiento Black Lives Matter, y a nadie se le escapa lo significativo que es tener un héroe cuyo poder es ser inmune a las balas (un poder defensivo) en un momento en el que se suceden los casos de brutalidad policial y tiroteos contra sospechosos negros desarmados.

Esa circunstancia es lo que le da cierto pase a "Luke Cage" en Estados Unidos, y lo que resulta más extraño a este lado del charco. El hecho de ser negro no sólo le hace pertenecer a otra raza, sino que da a Luke otra cultura y otra historia distintas de la de la América blanca protestante. El país celebra en febrero el Mes de la Historia Negra precisamente para reconocer la importancia que esa comunidad ha tenido para dar forma a los Estados Unidos contemporáneos, y para restituir un poco el gran agravio de la esclavitud del siglo XIX y la segregación racial de la primera mitad del XX. Para los espectadores de allí, todo eso está presente cuando ven "Luke Cage"; a nosotros, probablemente, se nos escape esa relevancia cultural de la serie, más allá de reconocer, a lo mejor, los guiños a la blaxpoitation de los 70 de su banda sonora.

Es una parte fundamental de cómo ha construido Cheo Hodari Coker, su showrunner, la primera aventura independiente del personaje tras su presentación en "Jessica Jones". Los villanos quieren, en parte, luchar contra la gentrificación que avanza inexorable por la isla de Manhattan manteniendo Harlem como un barrio tradicionalmente negro, por ejemplo, y el baloncesto es un aspecto muy importante del pasado de varios personajes, incluida la detective Misty Knight, como es de recibo en un lugar que alberga la cancha de baloncesto callejero más famosa, probablemente, del mundo, Rucker Park. El sabor local es lo más destacable de los primeros episodios de "Luke Cage", eso y su banda sonora, trufada de hip-hop y de soul. También es curioso el tono más dorado que tienen a veces sus imágenes (en contraste con, por ejemplo, el tinte un poco más púrpura que tenían las de "Jessica Jones"), pero la serie apunta a tener el mismo defecto de las otras dos.

Y es que no es capaz de aguantar su historia durante trece capítulos. La estructura que los guionistas creen que demanda el binge-watching de Netflix (serialización extrema) resulta contraproducente para mantener el ritmo y el interés durante toda la temporada, especialmente en la parte intermedia. Es algo que, a lo mejor se notaría menos si se diera más importancia al episodio como unidad principal, en lugar de a la temporada, y que depende de que se haya conseguido tener unos personajes lo suficientemente atrayentes como para sostener la atención de los espectadores.

Música de la semana: Ya que hablábamos de la importancia de la música enm "Luke Cage", vamos a quedarnos con un cantante que aparece en los primeros episodios, Raphael Saadiq, con una canción que justo parece escrita para el protagonista de la serie, "Good man".

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