14 enero 2014

Tensión en el Ártico

 "No puedes jugar a ser Dios y después lavarte las manos de las cosas que has creado. Tarde o temprano llega el día en el que no puedes esconderte más de esas cosas"

Esa frase que el comandante William Adama pronuncia en la miniserie que arrancaba "Battlestar Galactica" flota durante buena parte de los dos primeros episodios de "Helix", la serie con la que Ron Moore, en calidad de productor ejecutivo (pero no de creador), ha vuelto a Syfy. Con un título que parece referenciar la hélice del ADN, el programa nos lleva a una base de investigación de una gran compañía farmacéutica en la zona internacional del Ártico, donde se ha producido un brote de un misterioso virus. Los responsables de la base llaman al Centro de Control de Enfermedades para que les ayude a contener la enfermedad, pero cuando sus expertos llegan allí, se dan cuenta de que en la base están pasando cosas que van más allá de un mero brote vírico. Y que su director sabe mucho más de lo que deja entrever. De hecho, es muy posible que se estén llevando a cabo peligrosos experimentos genéticos.

Esto se nos insinúa en el piloto de "Helix" prácticamente desde el principio, y ya pone a la serie en un camino ligeramente diferente de lo que podría parecer. Da la sensación de que no va a ser tanto el misterio de qué es ese virus (que casi queda resuelto en el segundo capítulo) como el modo en el que los implicados afrontan sus consecuencias. Evidentemente, es posible que tengamos algún tipo de conspiración, pero parece que se va a ajustar más a un thriller de ciencia ficción que a la resolución de un enigma durante sus diez episodios. Las referencias a "La cosa", "Expediente X" (ese cáncer negro) y hasta un poco a "Alien" también apuntan en esa dirección, y no sería raro que, en los siguientes capítulos, se explotara más la paranoia y desconfianza entre las personas atrapadas en la base, que no pueden abandonarla hasta que no se sepa cómo contener ese virus y evitar que se extienda por todo el planeta en cuestión de semanas, si no de días.

El look de "Helix" puede ser más "Hielo", pasado por el tamiz estilístico de los pasillos de "El resplandor", que "La cosa", y también puede ser que la sombra que arroje la creación de Chris Carter sea más alargada; al fin y al cabo, su showrunner, Steven Maeda, pasó por allí antes de recalar en "Perdidos", pero aún es pronto para confirmarlo. Por lo visto en esos dos capítulos de estreno, "Helix" busca más crear tensión y una atmósfera incómoda, y lo cierto es que uno de sus mejores hallazgos es utilizar esa música de ascensor (y "Do you know the way to San Jose") cada vez que algo terrible va a ocurrir. Es una táctica que suele funcionar muy bien; desde luego, después de que "Expediente X" la utilizara, es difícil asociar "Wonderful, wonderful" a algo que no sea inquietante y hasta aterrador (no, ni siquiera el final de "Mujeres desesperadas" ha logrado cambiar mi percepción de esa canción).

Veremos si se meten en asuntos como la responsabilidad ética y moral de algunos experimentos, los peligros de que alguien se crea con el poder de decidir sobre la vida y la evolución de la raza humana, y si la codicia de las grandes corporaciones también acaba jugando algún papel en la historia. De momento, "Helix" puede ser interesante, incluso aunque sus personajes aún no estén del todo asentados y el director de la base sea demasiado evidentemente malo. Ese giro final con él, de todas formas, puede apuntar a todo un mundo de posibilidades.

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