25 febrero 2006

Un poco de jazz



Si pensamos en la utilización (y unión) del jazz en las películas, hay un par de nombres que vienen a la mente con rapidez. Uno es Clint Eastwood, cuyo hijo, Kyle, es bajista, y que incluso aparecía tocando el piano en "En la línea de fuego". A Eastwood se le debe esa biografía de Charlie Parker, "Bird", que es todo un canto de amor por esta música.

El otro director que emplea mucho el jazz es Woody Allen, clarinetista con su propio grupo, que se inclina más por temas clásicos de los años 30 y 40 en sus películas (aunque en "Match Point" los haya cambiado por arias de ópera). Sus característicos títulos de crédito y las bandas sonoras jazzísticas enseguida nos sitúan ante una de sus películas antes incluso de que aparezca su nombre. Allen también dedicó una película a esta música, "Acordes y desacuerdos", y en "Todo lo demás" llegó a incluir una actuación de Diana Krall, una de las damas actuales del jazz.

George Clooney parece haber "heredado" algo de Woody en "Buenas noches, y buena suerte", y no sólo por los créditos. Ya comentamos con anterioridad que, por toda banda sonora, encontramos pequeñas actuaciones de una cantante, rodeada por un grupo de músicos, en un estudio de la CBS. Esa cantante es Dianne Reeves, otra de las grandes del jazz del momento, que ganó un Grammy por la grabación de la banda sonora de esta película. Con el swing de Ella Fitzgerald y el dominio vocal de una Sarah Vaughan, lo de Reeves es jazz con mayúsculas, aparte de que los músicos que la acompañan son muy buenos. La propia Dianne apunta que la elección de las canciones la hizo Clooney, y algo se le debió "pegar" de cuando hacía de chófer para su tía, otra de las grandes, Rosemary Clooney. Todo está hecho con mimo, y Reeves no se puede quejar de sus planos, que realmente la hacen parecer una de las cantantes de los 50 (a veces, recuerda a sus admiradas Ella y Sarah). Es otra razón más para ver la película, y de peso, además, para los melómanos.

P.D.: Una pequeña disgresión. Las dos películas de "Sister Act" podían ser bastante tontas, pero no se puede negar que tenían una banda sonora potente. Incluso esa versión de "My guy", de Mary Wells, adaptada al coro de las monjas tenía su gracia.

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